Día de la Mujer en ATH: 4 historias de melenas empoderadas | All Things Hair AR
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Día de la Mujer: 4 experiencias de reencuentro y descubrimiento con el pelo

Fuerza natural.

En los últimos años, con mujeres más empoderadas, una mayor aceptación de la diversidad y cánones de belleza que empiezan a cambiar, el pelo no quedó ajeno al contexto. En el Día de la Mujer, All Things Hair comparte la experiencia de cuatro mujeres que disfrutaron de un nuevo vínculo con su cabello.

Un corte soñado, un color deseado, la búsqueda de mayor practicidad, el encuentro del estilo personal, el amor hacia el propio cuerpo, miedos vencidos, entornos y opiniones ajenas superadas, el pelo como parte de la identidad, una decisión personal, un camino más natural. Esos –y otros muchos– pueden ser motivos para buscar un cambio en el cabello.

Día de la Mujer: melenas empoderadas

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Natalia es periodista gastronómica. Crédito: gentileza Natalia Torres.

El corto soñado

“El cambio de hábitos fue total”, cuenta Natalia Torres. En su paso del pelo largo al corto hubo más que una diferencia de centímetros. Hasta hace un año atrás, usaba el pelo largo y con flequillo recto. Su cabello, define, es poroso, grueso, abundante, ondulado, “muy difícil de manejar”. Para lograrlo, dedicaba tiempo y esfuerzo: 20 minutos diarios para plancharlo o rizarlo, alisados permanentes, botox, tintura. “Nunca lo usé natural y eso, obviamente, iba en detrimento de la calidad del pelo: estaba dañado, se abrían las puntas, perdí mucha cantidad de pelo, se afinó”, enumera. “El pelo largo ya no me servía”, cuenta.

El primer paso fue adoptar un corte carré en el que todos los días marcaba las ondas con buclera. Al terminar el secundario, se había hecho un estilo corto que no le gustó. “Estaba convencida de que tenía la cabeza demasiado cuadrada para usar el pelo corto y, además, soy frentona, entonces no me animaba a dejar el flequillo. Eso me condicionaba”, cuenta. Pero en otra etapa –y tras una semana de googlear posibles cortos y encontrar una peluquería alineada a su idea–, llegó a un pixie corto con flequillo irregular. “Lo hice en enero: si me quedaba mal me iba a ver menos gente”, se ríe. Un mes después lo cortó un poquito más. “Si lo hubiera pensado más, quizás no lo hacía. Me animé y me siguió gustando. Por un lado, buscaba dejar de dañarme el pelo; por el otro, comodidad y menos tiempo de cuidado. Siento que gané”, resume. Hoy, mantiene la tintura en su casa (que le resulta mucho más fácil y veloz) y modela el pelo con ayuda de una cera. “Hoy pienso que el peluquero tenía razón, no creo que me vuelva a dejar el pelo largo. Este peinado tiene muchas ventajas por sobre todos los que tuve en mi vida. A lo sumo puedo probar variaciones sobre este mismo template”, dice.

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Reencuentro con la textura natural. Crédito: gentileza Rocío Mases.

Vuelta a los rulos

“En un momento dije ‘basta, me tengo que amigar con mi pelo’. Fue complejo pero el apoyo de mis amigas resultó clave en el proceso”, dice Rocío Mases. Recuerda la fecha exacta: el 18 de noviembre de 2016 terminó de cortarse las últimas puntas de pelo con alisado permanente. “Casi lloro en la peluquería cuando pasó”, recuerda. Su pelo natural es abundante y enrulado. Durante cinco años lo trató para que luciera lacio. “Mi mamá tiene el pelo lacio, cuando era chica no sabía cómo manejar mis rulos. En el colegio me jodían con que me parecía a jugadores de fútbol. Y tenía una compañera, también con rulos, que se lo planchaba todos los días. No tenía una referencia de rulos para mirar. Yo pensaba que no me quedaban bien y decidí hacerme el alisado. Dolió, ardió pero era lo que quería y, en un punto, me facilitaba la vida”, repasa. Pero las raíces, siguiendo la matriz de su pelo, crecían encrespadas, por lo que se planchaba todos los días esa sección, algo que la incomodaba. Decidió darle un descanso a su pelo pero no sabía cuidar los rulos, así que volvió al alisado, por última vez, en diciembre de 2015.

“Hasta que tomé la decisión: esta soy yo, soy mis rulos, es parte de mi esencia e identidad. Mi mamá siempre me dice que mi abuela tenía los rulos así. Y yo los estaba quemando por no saber tratarlos. Durante casi un año recortó los vestigios lisos de su etapa anterior. “Lo que crecía todavía no eran mis rulos, eran unas ondas grandes. Ahí empecé a averiguar, primero miré videos de una youtuber mexicana que explicaba el Método Curly Girl, después me recomendaron el grupo @rulos.arg de Facebook. Hoy estoy feliz, amo los rulos; tengo mechones de la nuca que están casi lacias, estoy pensando en raparme para ver si pueden volver los rulos. Hace un tiempo, por primera vez en mi vida fui a casamientos con mis rulos, sin hacerme absolutamente nada. Un camino de ida”, cierra.

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Color shock. Crédito: gentileza Belén Moauro.

Años rosas

Algunos tonos más claros que el castaño natural propio o las puntas de violeta, verde y azul fueron los primeros cambios coloridos que Belén Moauro le hizo a su pelo. “Me aburría de mi pelo y quería probar siempre cosas nuevas. Pero, aunque mi pelo es bastante fuerte, no me animaba a decolorarlo por completo, le tenía mucho miedo al daño, la caída”, recuerda. Con su pelo largo y rapado lateral en ambos lados, tomó la decisión. “Un día dije ‘si no lo hago ahora, no lo hago más’, fui a la peluquería, me decoloré y teñí todo el pelo de rosa”, cuenta. En un principio, el pelo no sufrió el efecto de los procesos químicos, pero empezó a lavarse el color. Con el paso del tiempo, entre la renovación de la coloración total y el mantenimiento de las raíces, aparecieron los primeros signos de daño. “Es muy difícil mantener el color fantasía, tenés que hidratarlo todo el tiempo, prestarle atención. Ves videitos con pelos de colores pero cuando te lo hacés vos y no podés ir todas las semanas a la peluquería, se complica”, explica. Después de la experiencia con el pelo fucsia, rosa y rojo –según las etapas–, Belén pasó por la peluquería para teñirse de su color castaño y dejarlo crecer natural. Las puntas de su melena todavía acusan la etapa de daño pero hoy lo lleva sin tintura, por arriba de los hombros y los laterales algo más cortos, como un carré. “Ahora veo fotos de ese momento y lo extraño. Estuvo buenísimo, me di el gusto de tener todo el pelo rosa”, dice.

Nuestro tip: Si teñiste tu pelo, dale luego la nutrición que necesita para mantenerse con un aspecto saludable. Por ejemplo, podés usar una vez por semana la Máscara 1 Minuto Factor de Nutrición 60 de Dove, diseñada especialmente para pelo dañado por decoloración, coloración o alisado. Para un cuidado más profundo, usala después del Super Acondicionador 1 Minuto Factor de Nutrición 60 de Dove, que proporciona la nutrición diaria que tu pelo necesita.

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Doble todo. Crédito: gentileza Julia Gutiérrez.

Bienvenidas las canas

En noviembre de 2018, Julia Gutiérrez se tiñó por última vez. Hacía siete años que, a veces en su casa, otras en la peluquería, tapaba su pelo castaño oscuro con algunas canas con una coloración que la empezó a incomodar. “Me vi horrible, me pareció que la tintura me sumaba años”, recuerda. Julia usaba el pelo largo. Con unos días de crecimiento, vio que tenía más canas que la última vez. Eso, lejos de intimidarla, la entusiasmó. “¡Esto está buenísimo!”, dice que pensó. “Quise ver cómo era mi pelo real y lo dejé ser”, cuenta. La tintura, además, había empezado a dañar su cabello. Hoy, con casi toda la melena en su color natural, solo le quedan unos centímetros de puntas teñidas. “Yo era de las que se bañaba y salía con el pelo mojado a la calle, porque cuando se secaba queda bien, nunca me hice demasiado. En este tiempo sin tintura mi pelo volvió un poco a esa etapa, lo veo más sano”, explica. “Nunca fui ‘la innovadora’. El contexto actual ayudó a que lleve mi pelo así, como es, creo que eso me animó. También veo más canas en la calle, o será que las miro más. Hubo quien me dijo que las canas son algo de gente vieja pero también muchos que se sorprenden para bien, acompañan en el proceso; con una colega que también decidió hacerlo nos vamos mandando fotos. A fin del año pasado, una mamá del colegio se acercó para que le contara cómo había hecho porque quería empezar”, cuenta. “La tintura es una esclavitud espantosa y yo decidí que no la quiero para mí, quiero ser libre. Estoy feliz con mi pelo como es”, cierra.

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