#AmoMiPelo: Candelaria Botto, la economista del pelo de fuego
Los retos de ser economista y mujer.
Candelaria Botto es economista, docente de la Universidad de Buenos Aires y militante feminista. Sale del estereotipo del economista varón de traje y corbata con su pelo rojo fuego, su flequillo a lo pin up y su piercing en la nariz. Esto, cuenta, le ha traído distintos problemas que tienen que ver con muchos prejuicios sumados a los de ser una mujer joven.
Hablamos con ella sobre los desafíos de ser una profesional en un ambiente tan masculinizado y la importancia de la identidad y la imagen como una respuesta política.
Candelaria Botto, no la típica economista
Es sabido que en muchos ámbitos de predominancia masculina, las mujeres de esos campos son tratadas diferentes. ¿Cómo lo vivís siendo economista, mujer y joven?
Es difícil, es un ambiente muy masculinizado. Yo me dedico a la divulgación y a la comunicación en un ámbito donde son siempre varones, entonces hay un juicio diferente hacia a mí y yo siempre tengo que estar mostrando mis credenciales. Tengo la suerte de haberme recibido con honores y eso de alguna forma me habilita, pero sabemos que si fuese varón no lo tendría que hacer, no me pedirían que certifique mis conocimientos. Me pasa por ser mujer y, a la vez, ser joven le da un condimento extra de que me falta experiencia y muchas veces quieren anular mi voz y mis opiniones por eso.
¿Sentís que tu apariencia, tu corte y color de pelo tiene algo que ver en la diferencia del trato?
Sí y, a su vez, yo soy feminista declarada y visible, tengo una onda que sale del estereotipo del economista. La mayoría de la gente piensa en un varón de traje, blanco, de mediana edad, heterosexual… algo muy estereotipado. Y yo soy una piba joven, colorada con flequillo. ¡Con toda la connotación que tiene el flequillo!
La gente se sorprende mucho. Me ha pasado de ir a radios y que me digan: “Pensé que ibas a hablar de otra cosa, no de economía”. El flequillo ya tiene mucha carga y mi color de pelo rojo fuego no ayuda mucho. También, al no tener una apariencia tan “seria” o lo que se espera que sea un economista, piensan que pierdo rigurosidad en mi tarea y la verdad es que soy muy exigente en mi trabajo. Amo lo que hago, amo comunicar, amo divulgar y me lo tomo muy en serio. No cambia si lo hago en zapatillas, jogging o vestido, a mucha gente le cuesta entender eso.
¿Alguna vez alguna seguidora o colega te comentó de experiencias similares?
En general, para las mujeres en la economía es difícil. Soy parte de un grupo de mujeres economistas que nos juntamos cada tanto a discutir la coyuntura porque, incluso en reuniones de trabajo, es complicado discutir con varones que no toman en serio tus planteos o solo te preguntan sobre cuestiones de género y no sobre la macroeconomía. Para eso, la estrategia que implementamos es generar espacios propios para poder potenciar nuestro trabajo y nuestros aportes.
Nuestro tip: los cabellos tratados con coloración necesitan de una hidratación mucho más profunda que los vírgenes. Empezá desde la ducha con el Shampoo y Acondicionador Hidratación Intensa de Dove y luego sumá una crema para peinar como la Crema para Peinar Bomba de Argán de Sedal para tenerlo suave, con movimiento y brillo.
¿Qué importancia tiene tu corte, tu color y tu aro en la nariz en tu identidad?
Yo nací rubia y cuando terminé la facultad me pesó mucho el cómo tenía que verme para que me tomaran en serio y me vestía más seria para cuestiones vinculadas a lo laboral. Ser mujer y ser joven ya es difícil y no quería sumarme un condimento extra. Con el feminismo me di cuenta de que también es una posición política cómo una se expresa y fui tomando decisiones. Una de ellas fue teñirme de colorado y luego hacerme el flequillo. El arito me lo metía para adentro cuando daba clases para que nadie se diera cuenta, pero hoy en día me siento muy cómoda con cómo me veo y creo que también es parte del proceso identitario y de la construcción de la imagen y de su posición política. Obviamente que no termina en la tintura o en el aro, pero termina siendo lo que una cree y lo que una defiende.
Cuando era más chica sentía mucha presión por encajar en el estereotipo. Nunca me sentí cómoda en ser esa persona formal y seria o en la posición del docente como una autoridad máxima que parece muy lejano del estudiantado. Creo que fui abriendo camino y entendí que podía no ser seria y sí rigurosa. Podía comunicar de otra forma, podía haber otro tipo de economista, podía diferenciarme de la imagen tradicional. Creo que cómo hablo, cómo me visto y cómo me tiño y me peino habla un poco de todo eso.