Elegidos de la editora: una reseña de la línea TRESemmé Ondas Boho
Nuestra editora probó el sistema de lavado que promete ondas más definidas y esta fue su experiencia.
Este es un testimonio de un proceso de entendimiento entre una persona y su propio pelo. Y de cómo el sistema de lavado TRESemmé Ondas Boho sentó las bases para que la textura encuentre su esencia, su cuerpo y su movimiento. Un camino que empezó algo errático pero que encontró su cauce. Lavado a lavado.
Lavando mi pelo con TRESemmé Ondas Boho
Ok, me da un poco de vergüenza admitirlo… pero acá voy. Hasta hace algunos meses no sabía que mi pelo tenía ondas naturales. Pasé toda una vida hablando un idioma distinto que mi pelo. De alguna extraña forma nos entendíamos, a veces. Las otras tantas terminaba en una cola de caballo alta o un rodete. Y renegaba. ¿Que cómo lo sé? Porque me respondía con frizz, con pelitos que se soltaban por acá y por allá. Y yo, ilusa, trataba de contenerlos con un poco de gel o cera, tratando de emular el look de Clean Girl Aesthetic. Hasta ahí llegaba mi batalla. Nunca sucumbí al alisado permanente, pero si coqueteé con la idea de un botox capilar. Hice las averiguaciones pertinentes pero no ejecuté. Hubiese sido una decisión acertada, ya que no altera la estructura de la fibra. Ahora lo sé. Cabe aclarar que solo tiño mi pelo cada dos meses para ocultar las canas, con una coloración sin amoníaco tono sobre tono. Nunca lo sometí a tratamientos químicos ni nada por el estilo. Con esto quiero decir, que lo mantengo lo más sano posible.
El borrón y cuenta nueva sucedió en una peluquería, claro. Cambié de salón y fui decidida a pasar de la media melena a un corte bob (una jugada arriesgada según mis amigas). La estilista me invitó a sentarme en la silla, frente al espejo. Sin decir palabra, examinó brevemente mi pelo y ahí, justo ahí, soltó un: “Qué lindas ondas tenés. ¿Cómo querés cortarte?”. Disimulé mi cara de asombro y le pedí un bob. Retrucó con un: “Tenés mucha cantidad de pelo, te quedaría muy bien con las puntas desmechadas para sacarle un poco de peso”. Hice un gesto de aprobación y me entregué. Cuando terminó, me pasó el mágico tip que puse en práctica desde entonces. Me recomendó que aplicara, post lavado, una crema para peinar diseñada para ondas o rulos, y que luego hiciera scrunch, ese gesto por el cual se aprieta el pelo con las manos, ejerciendo una leve presión hacia arriba. Y, acá viene lo interesante, me sugirió que dejara secar el pelo al aire para sacar a relucir mi verdadera textura. Esto significó un cambio de hábito para mi, ya que siempre recurría al secador de pelo. Y aunque aplicaba primero un protector térmico, ahora me doy cuenta del daño que me estoy ahorrando.
Seguí estos pasos a rajatabla. Poco a poco, empecé a entender mejor mi pelo y a dejarlo suelto. Sin embargo, sentía que la rutina de cuidado no estaba completa. El sistema de lavado que estaba usando no parecía el más adecuado para mi tipo de pelo. Ahora que reconocía formalmente mis ondas, tenía que darles lo que necesitaban. Cuando TRESemmé lanzó su línea Ondas Boho, no dudé en probarla.
Me convenció su etiqueta que reza: “Acción texturizadora duradera. Moldea y activa la estructura de la fibra para ondas naturalmente descontracturadas”. Sonaba hecho a mi medida. La idea de que pudiera definir mis ondas desde el lavado me sedujo de inmediato. Lavé mi pelo con el Shampoo y Acondicionador Ondas Boho de TRESemmé a diario, durante tres meses, antes de escribir esto. Y tengo que decir, primero, que me ayudó a controlar el volumen. Detalle no menor. Antes mi pelo estaba, como dicen los norteamericanos, all over the place. O sea, fuera de control (de mí control, al menos). Por otro lado, por fin, sentí cómo desde el lavado le estaba aportando la cuota de hidratación que estaba necesitando. Y esto se tradujo en un pelo más suave y con más brillo. Y, tercero, las ondas empezaron a florecer, a reclamar su lugar; lugar a las que yo, por no saber, había desterrado antes de conocerlas.
Esta magia necesitaba una explicación e indagué un poco más en estos productos. Resulta que su fórmula crea puentes flexibles entre las fibras capilares. De ahí su propiedad texturizadora. Cuando el pelo se seca, la sensación al tacto resulta muy agradable y su capacidad de formar las ondas le es más natural. Además, su fórmula es ligera, por lo que el pelo no queda para nada pesado.
Por supuesto, continúe con la costumbre de aplicar una crema para peinar y dejar secar al aire. Una rutina simple y efectiva, que no requiere de mucho esfuerzo. Los comentarios no tardaron en llegar. Muchas conocidas, incrédulas, me preguntaban si mi pelo naturalmente tenía esas ondas. Otras, ya más directas, me pedían que comparta mi rutina de cuidado. La verdad es que el secreto está en conocer bien la textura de cada quien. Y si bien hay días en los que mi pelo no está en su mejor versión (hola, humedad), me gusta saberme capaz de sacar lo mejor de sí. Más aún, las ondas se convirtieron en parte de mi identidad.
Ah, y cuando tengo alguna ocasión especial y quiero que esas ondas queden bien definidas por más tiempo, recurro a esta mousse y a la pinza para hacer beach waves. Infalible.
Probá: la Mousse Ondas y Rizos de TRESemmé, una espuma que aporta textura sin resecar el pelo y con una fijación más fuerte para que el peinado dure más tiempo.