ATH opina | Cortes de lesbianas: ¿tu corte de cabello revela tu preferencia sexual?
La belleza y el estilo son parte integral de la historia LGBTQ+, donde las elecciones estéticas han ayudado a las personas 'queer' a encontrarse durante décadas.
Tu cabello no determina tu identidad u orientación sexual, claro está. El undercut no es necesariamente un corte de lesbianas y no todos los gays se tiñen el pelo, pero sí parece formar parte de la semiótica queer (alguien que no es heterosexual o cisgénero).
En los últimos años, cierto tipo de corte bob se ha conocido como bi bob debido a su asociación con la cultura bisexual. En 2015, una usuaria de Tumblr notó que algunos personajes animados percibidos como bisexuales (Marceline de Adventure Time, Korra de Avatar: The Legend of Korra y Max Caulfield de Life is Strange) compartían este estilo. Resonó con otros usuarios de la red social y pasó a formar parte del imaginario colectivo.
Según las redes sociales, el bob bisexual es un corte bob medio, con una longitud entre la barbilla y los hombros. Es decir, ni muy largo ni muy corto, un reflejo incidental de la forma en que las mujeres bisexuales no son heterosexuales ni homosexuales.
Durante la década de 1920, el corte bob se convirtió en un símbolo de libertad y rebeldía ante las normas de género. Pero fue en 1980 y 1990, cuando las mujeres adoptaron una vestimenta de poder en lo profesional y comenzaron a experimentar más abiertamente con su sexualidad, que este corte de pelo entró en el lenguaje visual de la bisexualidad.
El cabello como manifiesto de identidad
Históricamente, la comunidad LGBTQ+ ha manifestado su identidad a través del estilo personal. La semiótica queer (el análisis y la interpretación de los símbolos y signos utilizados en esta forma de expresión) surgió en los años 70, en ciudades como Nueva York y San Francisco, cuando era ilegal declarar cualquier identidad o preferencia sexual no heteronormativa o cisgénero. Entonces, llevar ciertas prendas, peinados, maquillaje y otros elementos visuales comunicaba la identidad o preferencia sexual de una persona a una audiencia conocedora, construyendo así un código estético necesario para el reconocimiento entre individuos afines.
Este lenguaje visual evolucionó hasta convertirse en clave para el desarrollo de comunidades queer visibles. Así, el cabello adquirió un carácter político.
En la década de 1980, personas queer adoptaron el corte mullet como seña de identidad por su carácter ambiguo —corto de adelante y largo de atrás—, siguiendo los pasos del ícono David Bowie. Hoy, el corte sigue siendo parte de la semiótica queer, con artistas como Miley Cyrus, Kirsten Stewart, King Princess y Christine and the Queens.
De aspecto andrógino, el undercut —rapado en nuca y laterales y largo en la parte superior— es reconocido popularmente como un corte de lesbianas. Lo mismo sucede con el sidecut, el cabello rapado de un lado y largo del otro. Lo llevó Cyndi Lauper en los años 80 y la modelo queer Alice Dellal lo volvió a poner en el radar en 2014.
En el espectro más amplio, muchas mujeres queer han decidido llevar el cabello corto desde tiempo atrás. Ya en el siglo XVIII y XIX, algunas mujeres se hacían pasar por hombres, cortándose el pelo y adoptando una vestimenta masculina. Los motivos iban desde la independencia financiera hasta la expresión de la identidad y sexualidad.
Las normas culturales y sociales influyen en la asociación del cabello largo con la feminidad y del corto con la masculinidad. En algunas sociedades, el pelo corto se considera más práctico y funcional, lo que se ajusta a los roles tradicionales de género asignados a los hombres, como la participación en actividades físicas o laborales que requieren mayor comodidad y movilidad.
En cambio, el cabello largo no es práctico, sino hermoso, una cualidad que se ha atribuido históricamente a las mujeres. De acuerdo con la biología evolutiva, la longitud y calidad del cabello actúan como una señal de juventud y vitalidad. Esto demuestra el potencial reproductivo de una mujer. Como el cabello crece lentamente, una melena larga puede revelar de dos a tres años de su estado de salud, nutrición, edad y aptitud reproductiva.
Más allá del corte de cabello, la comunidad gay cuenta con otro marcador importante: el color. En 2019, Bob the Drag Queen, ganador del programa de competencia RuPaul’s Drag Race, tuiteó: “Si un hombre gay se decolora el cabello, ve y chécalo. Está pasando por un momento difícil”. En los últimos años, el cabello decolorado se ha convertido en un indicador —o, al menos, un meme— de una crisis de salud mental entre los hombres homosexuales. Y aunque los heterosexuales también se refugian en un empaque de tinte, los homosexuales lo han adoptado como un marcador cultural ampliamente entendido para el caos. “Para los gays, teñirse de rubio tiene mucho significado cultural en torno a nuestros propios sentimientos con respecto a la masculinidad, la feminidad, la edad, el atractivo, etcétera”, explica Mathew Rodríguez en un artículo para Out.
El cabello es quizás la característica más distintiva de nuestro físico. Por eso lo usamos para representar nuestra identidad y nos provoca una respuesta emocional. Según un estudio de Pantene, 60% de las personas LGBTQ+ en Estados Unidos modifican su cabello cuando salen del clóset. Portar el código estético de una comunidad contribuye al sentido de pertenencia y solidaridad con la misma. “Usamos la belleza y el estilo para la autoexpresión, para amplificar las partes de nosotros con las que queremos que otros conecten”, escribió Kathryn Vandervalk en un artículo para Byrdie.
Por supuesto, eso no significa que, si perteneces a la comunidad LGBTQ+, debas cambiar tu apariencia para encajar. Tampoco que, si no perteneces pero quieres llevar algún estilo comúnmente relacionado con ella, automáticamente te conviertas. Ser queer está en como piensas y sientes, no en cómo te ves. Pero también hay valor en querer ser percibidos tal cual somos.
¿Son estereotipos? Sí, aunque eso no es inherentemente malo. Según la ciencia, los estereotipos pueden surgir por varios motivos, como la necesidad de reducir la complejidad y la incertidumbre del mundo, la tendencia a buscar patrones y categorías para organizar la información y experiencia, la influencia de la cultura y educación, y la necesidad de pertenencia social y aceptación.
Sin embargo, es importante destacar que los estereotipos son simplificaciones inexactas de la realidad y pueden llevar a la discriminación, el prejuicio y la exclusión de grupos de personas. Por lo tanto, es fundamental que aprendamos a identificarlos y cuestionarlos para evitar sus efectos negativos.
¿Tú qué opinas? ¡Sigamos la conversación Instagram! Nos encuentras como @allthingshairmex.