Pelucas, desde su origen hasta hoy | All Things Hair AR
Mujer rubia con flequillo, corte a la altura de las orejas, puntas hacia afuera

En la clase de historia de hoy: las pelucas

Desde Egipto hasta Instagram.

Las pelucas se transformaron en un accesorio más en los armarios de las millennials. Pero… ¿de dónde vienen? ¡No es algo nuevo para nada! Existen desde el antiguo Egipto, nada más  y nada menos.

Los griegos, romanos, chinos y japoneses las usaron también. En Francia e Inglaterra se hicieron populares entre la clase alta y, con el tiempo, fueron entrando en los cuartos de hombres y mujeres de todo el mundo por igual.

Te contamos su historia, su evolución a través de los años y todo eso que seguramente siempre te preguntaste pero no tuviste respuesta… hasta ahora.

Las pelucas desde su origen hasta hoy

peinado raro maxi volumen fijación extrema pelo rizado trenza
Crédito: indigitalimages.com

Su origen

Podemos trazar el origen de las pelucas hasta el antiguo Egipto. Por aquel entonces, tanto hombres como mujeres usaban pelucas hechas de cabello humano, lana de oveja o fibras vegetales, dependiendo de su estatus social.

Se afeitaban la cabeza porque era más cómodo en el cálido clima egipcio no tener pelo y ayudaba a combatir los piojos, pero, igualmente, disfrutaban de tener pelo, así que por eso usaban pelucas. Se usaban para protegerse del sol y, con el tiempo, se transformaron en un índice de estatus social. Cuanto más adornada la peluca, más alto el rango.

En el Imperio Romano, las mujeres usaban piezas de pelo -usualmente de esclavos- para darle volumen y altura a los peinados que se hacían en esa época. Por otro lado, en Asia, los chinos y japoneses las usaban para obras de teatro.

Nuestro tip: Las pelucas de cabello natural se lavan de la misma forma que lavamos el pelo. Usar productos que no las dejen grasosas ni pesadas es muy importante. Te recomendamos el Shampoo y Acondicionador Keratin Smooth de TRESemmé que controla el frizz y deja la melena bien suave.

Peinado recogido, melena rubia raya al costado y grandes aros dorados
Crédito: Indigitalimages.com

El papel de la monarquía

En Europa, con el avance de la religión católica, las pelucas perdieron su importancia porque se requería que las mujeres llevaran el pelo cubierto. Volvieron a tener popularidad recién en el Renacimiento, cuando el cabello comenzó a ser una parte importante de la estética nuevamente.

Francia, especialmente, tiene una historia particular con las pelucas. El rey Luis XIII se quedó calvo prematuramente y por eso comenzó a usar pelucas muy elaboradas y, obviamente, se pusieron de moda dentro de la corte y la nobleza francesa. Para el fin del reinado del Rey Sol, las pelucas ya habían traspasado fronteras y eran un símbolo de la monarquía europea.

El siglo XVIII llegó con Maria Antonieta y el rococó. Las pelucas estaban teniendo un momento importantísimo en su historia. Eran enormes, con rulos, bucles y adornos como jaulas y barcos pequeños. La opulencia estaba a la orden del día, pero seguía siendo algo especial de las clases altas.

Mujer rubia de pelo largo, con un alocado tocado en rosa de
Crédito: Indigitalimages.com

Amor de reinas

La reina Elizabeth I de Inglaterra también fue conocida por usar pelucas elaboradas y grandes. Los fabricantes franceses fueron expandiendo el mercado y para fines del siglo se hacían pelucas más simples y cortas que fueron muy populares en los Estados Unidos en la época de la colonia.

Con la revolución francesa, como todo lo referente a la monarquía, las pelucas también fueron perdiendo importancia. En el siglo XX, se empezaron a usar postizos para dar volumen a los peinados. Si bien ya no tenían la popularidad de antes, en los años 50 y 60 las pelucas eran usadas principalmente por las mujeres de clase media. El spray fijador era clave para lograr peinados altos y voluminosos.

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pelo largo rebajado liso rubio con raíces oscuras raya al medio balmain
Crédito: Indigitalimages.com

Con las nuevas tecnologías, se pudieron crear fibras sintéticas para hacerlas y ahora resultan muy prácticas para cambiar el color o el corte de pelo sin tener que pasar horas en el salón. Son versátiles, divertidas y dicen que, al igual que los tatuajes, ¡es imposible tener una sola!

 

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