
Mi versión de look festivalero: un rodete con glitter x Sedal
Crónica de una hair expert.
All Things Hair estuvo presente en Lollapalooza 2019 para registrar todo lo que pasaba en el espacio de la Tribu Sedal, EL lugar para lookearse y salir con el espíritu festivalero bien arriba. Una de nuestras redactoras estuvo ahí y cayó en las manos de una de las peinadoras. ¿El resultado? Un rodete con glitter. Sí, infaltable el detalle de los brillos en el pelo en un evento como este.
En esta nota te cuenta cómo la convencieron para salir de su estilo clásico y peinar su lob lacio de otra forma. La pregunta es: ¿adoptará este look de ahora en más?
Marche un rodete con glitter para nuestra redactora

Escribo a diario sobre el mundo capilar y todo lo que orbita alrededor de este. Soy una de las hair experts de ATH Argentina y fui a Lollapalooza 2019 en búsqueda de lindas historias para contar, vivir la experiencia #SedalenelLollaAR y escuchar una miscelánea de estilos musicales en simultáneo.
El día pintó caluroso desde temprano. Qué mejor que zapatillas y un short para estar cómoda durante toda la jornada, pensé. Y para mi corte bob, elegí mi look preferido de toda la vida: una cola de caballo. A lo sumo una media cola o una vincha (cuando salgo con amigas), es lo máximo que se puede esperar de mí. Me considero sencilla y práctica, ¡ojo! pero jamás desarreglada -como dice mi mamá-.
Al llegar al espacio de la #TribuSedal la fila ya superaba las 60 personas. Es que Sedal propuso lookear y maquillar, bajo cuatro estilos distintos, a quienes aguardaran con paciencia su turno de peinado.
Trap, indie, rock y electrónico, en cada isla había peinadores especializadas que, con sus manos mágicas, las dejaban es-pec-ta-cu-la-res. Una tras otra (¡y chicos también!) iban desfilando y salían con peinados con mucha onda como space buns, trenzas boxeadoras, trenzas espiga y bubble pony (que fue uno de los más solicitados). Obvio, el toque final y bien festivalero, el glitter en el pelo.
Saliendo de la zona de confort
“¿Querés peinarte?”, me dijo una de las estilistas. Primero me negué. “No tardo nada”, me insistió. En eso tenía razón, ya habían pasado más de una decena de chicas por su puesto y, en un abrir y cerrar de ojos, salían impecables. Dubitativa, acepté.
El menú para elegir el look estaba impreso. Había un repertorio fotográfico de todos y cada uno de los peinados de los que escribo a diario. Sé cómo se hacen, quién los usa, en qué tipo de pelo funcionan mejor y qué productos es importante usar para armarlos. Pero ahora era mi turno, de dejar que una peinadora los plasmara en mi propio pelo. “Algo simple pero copado. Además hace calor, o sea, un recogido”, enfaticé antes de librar mi pelo al azar.
Probá: el Shampoo y Acondicionador Hidratación Micelar de Sedal, un sistema de lavado ideal para pelo mixto. Además, deja el pelo limpio y fresco durante todo el día.
Paso a paso
Un rodete despeinado fue su elección. Obvio, que la bubble pony estaba más que descartada. Para la base, armó una cola de caballo alta. Como tengo el largo bob, me preocupé para que sujetase el pelo de la nuca, que tiende a salirse, pero me afirmó que suelto se ve mejor.
Con pellizcos suaves fue desarmando la cola, para crear ese efecto despeinado. Luego, con un peine batió el pelo de la colita y nuevamente roció spray de fijación. Paso seguido, enrolló mi pelo para crear el rodete y lo sujetó con tan solo ¡dos horquillas! #hairpinpower. Para finalizar, tomó un poco de gel, aplicó un poco y espolvoreó brillos plateados en mi pelo. Así quedé.
Mi idea de verme como una teen estaba más que errada. Creo que es lo que nos pasa a las chicas +30 , ya que vemos inspiraciones de peinados que nos encantan, pero no nos animamos por sentirnos incompatibles por la edad.
Mi peinado despeinado con glitter no solo me hizo sentir cómoda para seguir trabajando en esa día caluroso. Me ayudó a salir de la zona de confort capilar en la que me muevo, y probar algo diferente, juvenil y con onda. Debo confesar que el glitter y los pelitos sueltos fueron algo osado para mí. Ahora sé que vale la pena jugársela. Total… ¡siempre se puede volver a empezar!